Hace unas semanas la flagrante candidata de Lula, Dilma Roussef ha vuelto a ganar las elecciones presidencialistas en Brasil con un escaso margen de un 3% frente a su máximo adversario.
La campaña política ha reabierto los fantasmas del pasado en la sociedad brasileña, por un lado la parte territorial y por otro la ideológica.
En la parte territorial podemos ver una ruptura del territorio bien definida, es apreciable en los resultados electorales, el partido del candidato Aécio Neves, el PSDB (Partido de la Social Democracia brasileña) con su proyecto de “centro liberal” se ha llevado la victoria en la parte Centro-Sur-Sudeste del país, dónde se concentra las regiones más desarrolladas y renta per cápita, mientras que el partido de la presidenta Dilma Rouseff, el PT (Partido de los Trabajadores), ha ganado en la parte Norte-Noroeste del país, dónde se concentra un Brasil empobrecido.
En la parte ideológica los dos partidos tienen sus visiones de país, el PSDB con un modelo de estado más liberal pero sin olvidar las inversiones sociales, y el PT con un modelo de estado más intervencionista y fuertes inversiones sociales.
Tenemos que mencionar que la clase medio-alta, esa que vive en su burbuja de grandes lujos se siente frustrada por la situación en la que se encuentra el país de inoperancia absoluta de los servicios públicos, la alta carga tributaria, la inseguridad ciudadana que se vive en las calles de las principales ciudades del país y las no tan principales dónde la vida humana no vale nada, las deficiencias en infraestructuras, la corrupción generalizada en todos los niveles del sistema, sabemos que este sector de la población no le interesa la educación, ni los servicios de sanidad pública porque recurren a ellos de manera privada dónde pueden costearse “lo mejor de lo mejor”. Esta parte de la población puede llegar a ver que esas Bolsas que el Gobierno Federal da a los menos desfavorecidos como una compra encubierta de votos y a la NO productividad por su parte, porque para que van a trabajar si el Gobierno de la presidenta Dilma les da dinero por no hacer nada, esta clase menos desfavorecida entiende que el PT les da eso y el PSDB se lo niega.
Después de este análisis podemos entender las ideologías que existen en cada partido, el PT tiene un modelo de estado más intervencionista con fuertes inversiones sociales y el PSDB tiene un modelo de estado más liberal pero sin olvidar las inversiones sociales como ellos mismos recalcan en su programa electoral.
Existe claramente una división en el país por lo que se presenta para Dilma una presidencia muy complicada, sólo cabe mencionar el desplome de la bolsa brasileña al día siguiente de su elección, lo que conlleva a una cierta incertidumbre por parte de los mercados.
A la presidenta Dilma se le presentan los siguientes retos, por un lado emprender las reformas prometidas en su programa y no realizadas hasta ahora en esta última década. Brasil necesita con urgencia una reforma tributaria que simplifique el actual sistema, para que las empresas extranjeras no se encuentren con tantas trabas, a ver si nos podemos olvidar de una vez del famoso “coste brasil” para las empresas siendo el mayor freno al desarrollo económico del país.
Todas esas inversiones anunciadas (carreteras, puentes, aeropuertos, trenes y un largo etc) a bombo y platillo por parte de la administración brasileña llenando de ilusión a un país que necesita urgentemente un cambio no se han realizado perdiendo competitividad a nivel internacional.
Esperemos que la presidenta Dilma realice esas medidas cómo principal propósito de su próximo mandato porque si no el país no avanzará, sólo el paso de los meses nos podrá decir si el electorado brasileño ha acertado con su elección.
Martín Rivera Búa es especialista en Comercio Exterior. Si quieres conocer más sobre él visita aquí su perfil de Linkedin
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