La recuperación del dólar ha sido consumada. Si alguien en algún momento le estaba buscando sustituto para reinar en el trono de la divisa de referencia ha tenido que recular y ver que la moneda de referencia en el comercio internacional está muy viva.
Así, con respecto a la moneda estadounidense, hemos visto como se devaluaban, en mayor o menor medida, la gran mayoría de las divisas y, en particular, las otras monedas de habitual uso en las operaciones internacionales. A excepción de la libra esterlina
que ha mantenido hasta cierto punto el tipo (nunca mejor dicho), el resto han sufrido un retroceso de más de un 10%.
Como sabemos los tipos de cambio y sus fluctuaciones son aspectos a tener muy en cuenta a la hora de pagar o financiar una operación. Una apreciación o depreciación de la divisa va a tener su impacto en el precio final a pagar al vendedor y / o a la entidad financiera a la que le hemos solicitado financiación. Y, en consecuencia, en la rentabilidad de la operación, por lo que no es un tema baladí y al que hay que prestarle la conveniente atención.
De esta manera, la financiación en otra moneda diferente a la nuestra implica un coste adicional, bien sea en forma de riesgo cambiario, bien sea por el pago de la cobertura de ese riesgo asegurándonos un tipo pactado con la entidad financiera, que nos evitará sorpresas futuras cuando liquidemos los créditos o tengamos que pagar a la otra parte.
El tipo de cambio se ve afectado por diversos factores como:
• el tipo de interés de la moneda,
• la inflación,
• la intervención pública,
• o la propia oferta y demanda propia del mercado que opera con divisas.
Así, ante el panorama existente no es de extrañar que ante una presumible continuación de la apreciación del dólar, toda operación que deba ser financiada en dicha divisa, comporte la contratación de un seguro de cambio con el fin de minimizar los posibles riesgos y el encarecimiento de las importaciones.
Hay que pensar que la razón que lleva a un exportador a financiarse en divisas es el poder aprovecharse del diferencial de tipos de intereses de su moneda y la divisa elegida, esto es, que el tipo de interés de la divisa sea menor.
De este modo, se beneficiará de un menor coste de divisas y, por ende, de un rendimiento mayor de la operación.
En conclusión, y tomando como hilo la situación del dólar, es necesario planificar bien en qué moneda vamos a pagar y a financiar nuestras operaciones internacionales con el fin de minimizar dentro de lo posible los costes y optimizar la rentabilidad de la operación.
Los que creían en un euro como referente del comercio internacional estaban muy equivocados
ResponderEliminarAún así al dolar le quedan los años contados...china y su Yuan reinarán como en todo...